Relato: Bretonia vs Mercenarios

Saludos, generales,

En esta entrada queremos presentaros algo que no habíamos publicado hasta la fecha: un relato corto. En concreto, este escrito narra los hechos acontecidos en una batalla que libramos hace ya un tiempo entre los ejércitos de Mercenarios y Bretonianos. La partida se jugó a 3.000 puntos con reglas de 8ª edición, y el escenario representado fue la clásica Batalla Campal.

En el fondo, se trata de un informe de batalla reducido y dramatizado. Lo escribí en su momento inspirándome en los que se podían leer en las White Dwarf y en los libros de ejército de antaño, ¡espero que lo disfrutéis!




Por cierto, os dejo las listas con las que jugamos la batalla.

Bretonianos:

- 12 Caballeros del Grial, con Señor Bretoniano, con Paladín Portaestandarte de Batalla y Profetisa (Saber de la Vida, Nivel 4)
- 2x9 Caballeros del Reino
- 2x20 Arqueros Campesinos
- 3x5 Escuderos a caballo
- 3 Caballeros del Pegaso
- 1 Trebuchet

Mercenarios:

- 11 Caballería Pesada con General
- 6 Caballería Pesada con Pagador
- Gran Hechicero a pie (Saber de las Sombras, Nivel 4)
- Hechicero a pie (Saber del Metal, Nivel 2)
- Capitán en Pegaso
- 2x10 Ballesteros
- 3x8 Duelistas
- 3x5 Caballería Ligera
- 10 Halflings
- 6 Ogros
- 14 Incursores Nórdicos
- 2 Cañones
- 2 Ollas Calientes Halfling


Los campos de Trantio

El General Luca Rapanni se afianzó los guantes y subió a su caballo. Había dejado de llover, y en la llanura del principado hacía un calor de mil demonios. Antes de de colocarse su yelmo, observó al pagador Margaretti, quien también ya estaba en su sitio. Lo habían tenido que sacar a toda prisa del burdel, antes de que se gastara la mayor parte de la paga de los mercenarios, y ya tenía una escolta de caballeros, en un lugar donde todos los regimientos pudieran ver que su preciado sueldo estaba a salvo. 

Hoscos kislevitas, trastornados norses, codiciosos halflings... Rapanni aún no se podía creer como ese estafador había conseguido convencer a tal cantidad de bellacos a tiempo... ¿tal era el poder del oro, que una sola promesa de pillaje y riqueza arrastraba hacia Tilea a toda esa soldadesca? No obstante, esta vez había dejado las picas en casa. Al juicio de la mayoría de prestamistas, su sueldo estaba claramente fuera del mercado actual, exagerado sobre todo por las recientes victorias de Borgio.

Los bretonianos, con su general al frente, les habían ofrecido parlamentar antes de la batalla, pero como sospechaba que el honor del que hacíforasteros no era ni por asomo sinónimo de oro, Rapanni hizo ademán de que él no entendía su idioma. El intérprete le explicó que eran la avanzadilla de una Compañía de Oriente, y que su misión les conducía a tierras lejanas, hacia los Reinos Fronterizos y Arabia. 

Rapanni ordenó responder que ese no era su problema, y que por supuesto él les dejaría vía libre para atravesar los Apuccini, si antes le regalaban los caballos purasangres bretonianos de tez bruna, pues ese era su color favorito.

Claramente indignados, los bretonianos volvieron a sus líneas para arrodillarse y empezar a rezar a la Dama del Lago.  Los tileanos los correspondieron, abriendo fuego desde el otro lado del campo de batalla. El trebuchet quedó desarbolado merced a los cañonazos de la artillería de Miragliano, y los ballesteros y los halflings dispararon a los jinetes campesinos, haciendo huir un par de unidades, e hiriendo a un pegaso.


Después de esa lluvia de proyectiles, los bretonianos subieron a sus caballos y avanzaron, con los pegasos cargando a los enloquecidos norses. En el combate subsiguiente los berserkers aguantaron y sólo quedó el campeón de los pegasos, herido. Los arqueros campesinos consiguieron poner en fuga a un regimiento de ballesteros mercenarios, y los ogros aprovecharon para parapetarse en la torre que dividía el campo de batalla, pero el resto de la línea mercenaria permaneció en su sitio.

Los bretonianos siguieron avanzando, y se encontraban con hostigadores duelistas atravesando sus armaduras a balazos, aprovechándose de la magia que lanzaba el Hechicero Gris. La altura de éste contrastaba con su escolta de diminutos halflings, y a Rapanni esa imagen le recordaba a algo que ya había visto antes, pero tuvo que concentrarse de nuevo en el flanco derecho. Tres escuderos que habían sobrevivido a la andanada inicial de los tileanos penetraron en sus líneas, situándose ante el cañón del flanco derecho. Tuvieron tiempo de derribar un artillero a flechazos, pues otro grupo de duelistas salió al rescate, apuntando con sus pistolas y derribando a los intrépidos campesinos.

Los cañones no acababan de resultar efectivos, pues la Dama protegía a los bretonianos con su halo mágico. Por el contrario, las ollas continuaban lanzando su sopa infernal, saturando a los grialeros de caldo hirviendo, quienes agonizaban mientras sus armaduras se fusionaban con su carne. Un delicioso aroma, mezcla de menta, ajos y chili, llenaba los olfatos de todo el frente mercenario, mientras el exigente chef Fredegar Adriano elevaba reproches acerca de la falta de pimienta al resto de pinches y cocineros.


¡El plan estaba funcionando! El catenaccio, tan incomprendido en el Imperio de los invulnerables caballeros, semigrifos y tanques, y que tanto había defendido Rapanni en sus exposiciones de lógica militar durante su beca en la universidad de Aldortf, ¡por fin había sido útil! El sacrificio de la caballería ligera kislevita y árabe conseguía retrasar el avance de los innumerables caballeros. Los duelistas retrocedían, ya sin pólvora para recargar, y los norses perdían su ferocidad, muriendo empuñando sabre, estilete y mayal hasta el final. Rapanni se quitaba el sudor de la frente, nervisoso, pues los bretonianos cada vez estaban más cerca, y en la línea tileana solo quedarían ballesteros, halflings y artilleros, a parte de los caballeros en la retaguardia. Mientas las llaves de la paga estuvieran a salvo, claro...

En ese momento, el capitán Rosso, montado en su pegaso, si situó ante el regimiento de griales, y empezó a increpar a su general, preguntándose si a lo mejor no era demasiado mayor para ser hijo suyo. Éste picó espuelas, cargando solitario furibundo con su lanza, la cual profería una luz fantasmal.

¡Bien jugado, estúpido Rosso! pensó Rapanni, pues ese capitán bravucón era odiado por el resto de mercenarios, y especialmente por el general, pero había ido a morir en el lugar idóneo. Un solo golpe de la lanza del bretoniano atravesó el escudo y la armadura del tileano. Una vez descuartizado el pegaso y unos jinetes árabes que se habían situado justo detrás, el Señor Bretoniano había quedado a merced del cañón del flanco izquierdo. La batería abrió fuego, y esta vez la Dama no apareció, arrancando la cabeza del bretoniano de su cuerpo y salpicando de vísceras a los duelistas que hostigaban por ahí, quienes se unieron al griterío de júbilo del resto de la línea mercenaria.


En el flanco izquierdo, Margaretti consiguió cargar junto a su escolta a los caballeros que tenía enfrente. Potenciando sus lanzazos gracias a sombras intangibles invocadas por el mago mercenario consiguieron acabar con varios caballeros y hacer huir al resto. Por otra parte, los ogros decidieron salir del edificio, pero al fallar su carga fueron cosidos a flechazos por los campesinos, dejando a tres ogros heridos y huyendo.

Los griales dejaron de lado todas las precauciones y cargaron decididos para vengar a quien había acabado con su Señor, arrasando a la última unidad de caballería ligera, pero no lo suficiente para llegar hasta Rapanni. Éste pensó que era su momento, y después de pasarse toda la batalla trotando lejos de los bretonianos, ordenó la carga, rezando para que el Hechicero Gris consiguiera apoyar el combate, pues enfrente tenía más caballeros del grial de los que había visto nunca. El mago consiguió convertir a los veteranos caballleros en principiantes que apenas podían sostener sus armas, y penetró en su cuerpo, separando su mente del plano físico. Por supuesto, muchos cayeron en cuanto los harapientos y resacosos caballeros tileanos les golpearon. Rapanni dio gracias a Myrmidia por esta decisiva ayuda, y lanzó un grito al portaestandarte de batalla enemigo, quien acababa de matar al sargento tileano con su mangual. Este se giró, pero el general tileano consiguió atacarle antes, enterrándole la espada en el torso y acabando con su vida.

En la confusión subsiguiente la profetisa enemiga también cayó, y los grialeros restantes la rodearon, negándose a morir sin acabar antes con varios tileanos. Una vez los ogros se reagruparon y consiguieron llegar al combate, la batalla se dio por finalizada. No restaba ningún caballero bretoniano con  vida, y los desharrapados arqueros campesinos que quedaban huyeron a las colinas, mientras los mercenarios se tiraban al degüello, a la caza del acero bretoniano que no estuviera mellado, pues aun se podría revender en los zocos de Trantio. El pagador desmontó de su rocín, y aprovechó un tocón como mesa improvisada, donde ordenó llevar el cofre de la paga. Entonces empezó a agrupar los sacos de monedas, firmemente rodeado por su escolta. Mientras los capitanes de cada regimiento pasaban a reclamar su paga, el general intercambió una mirada de satisfacción con el pagador Margaretti. Este debía estar repasando mentalmente quien no acudía a la cita y a cuanto tocaba el reparto entre los jefes... ¡pues los mercenarios muertos no podían reclamar su paga!

Comentarios

  1. Como siempre una delicia leeros, aroma a WD de la de verdad,no el panfleto publicitario de los últimos años de Fantasy.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por el comentario Gonzalo! Exacto, creo que la WD de finales de los 90 - principios de siglo fue la cúspide de lo que se puede revisar a este tipo de magazine :) a ver si rescatamos algunas ideas más de aquella época...

      Eliminar
  2. Me he imaginado a los Ogros mas que guarneciéndose, yendo directos a saquear las bodegas de la torre y poniéndose finos para salir varios turnos después embriagados y aturdidos (por eso huyen en un principio de los disparos), volviendo a la gresca al darse cuenta que eran simples humanos. ¡El segundo plato del banquete está servido!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me encanta! La verdad es que no caí en darles ese toque tan característico en el relato. Digamos que su contribución a nivel de juego no fue ni mucho menos la esperada por quien los contrató jajajaj

      Eliminar
  3. A todo lo que pasa en partida se le puede montar una historia detrás y se hace todo más divertido 😊. ¡Me alegro que te gustase mi versión de los hechos!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario