Saludos,
Ahora sí, llega el Turno 4. Ambos generales ya han llegado al combate y no habrá piedad para nadie. Pocos preámbulos quedan por hacer, así que seguid leyendo si queréis conocer el destino que espera a nuestros protagonistas...
Turno 4 Orcos
Los truenos retumbaban por encima del ruido de la batalla, y un viento siniestro soplaba alrededor del kaudillo Vorag mientras su jabalí trotaba de forma salvaje hacia los humanos. Los chikoz le seguían y los debiluchos de amarillo cada vez estaban más cerca. Fijó la vista en un humano, y al poco lo alcanzó, con su hacha cercenándolo en pedazos.
Los orcos grandotez, los mayores entre los de su especie, chafaban a los humanos con sus rebanadoras mientras sus monturas los envestían de forma salvaje. En medio de la confusión del combate, contempló como los humanos luchaban de una forma más feroz de lo habitual, levantando grandes hojas y partiendo en dos a orcos y jabalíez. La energía del ¡Waaagh! estaba con él, lo sentía en él aire, pero también el poder de los malditos dioses humanos empujaba a sus enemigos.
Entonces lo vio. El humano de pelaje blanco de quien le habían hablado los chamanes, el líder de los humanos, quien se elevaba entre sus congéneres al ser el único montado a caballo. Llevaba un filo en cada mano, y gritaba órdenes rodeado de sus guardias. Al poco este también advirtió su presencia y, casi por instinto, el resto de combatientes fueron dejando un creciente espacio a su alrededor. Ambos picaron espuelas, y el impacto fue atronador.
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Los pielesverdes habían visto caer y a huir a varios de sus regimientos en el turno anterior, pero aun contaban con tropas de refresco que ni tan siquiera habían probado el combate, así que no quedaba sino llevar a cabo una nueva oleada de cargas.
En el flanco oeste los Orcos Grandotez Jinetez de Jabalí, con Vorag a la cabeza, no fallaron la carga contra la escolta de Marius Leitdorf, dispuestos a dar una estocada mortal al flanco averlandés. Otra unidad de jinetez de jabalí, comandada por dos kaudillos (uno “adoptado” de un regimiento destruido) llegó hasta los alabarderos que ya combatían en el gran combate de los flagelantes, los karros orcos y otros jinetez.
Y entonces los orcos negros declararon su carga contra la unidad de Karl Franz y todos los jugadores aguantaron la respiración. Los dados rodaron y, por muy poco, los pielesverdes cargaron contra la retaguardia de los caballeros… lo que solo significaba más problemas para los imperiales.
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Karl Franz es cargado contra todo pronóstico por los orcos negros |
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Los alabarderos que habían cargado para apoyar a los flagelantes reciben a la vez una carga de los jinetez de jabalí |
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Los goblins avanzan con siniestras intenciones en la parte central |
En el centro, después de la devastación causada por los refuerzos humanos, los orcos tenían la oportunidad de contracargar, pero se quedaron a medias: una unidad de orcos llegó hasta los caballeros pantera, pero los orcos negros fallaron su carga contra los grandes espaderos. Por su parte, Ruglud siguió huyendo y el Gigante reentró al campo de batalla.
En el flanco este el regimiento de orcos cargó por el flanco de la unidad de caballeros en semigrifo, que ya estaban combatiendo contra una serpiente alada, con los trolls despertándose de golpe y también apuntándose a la fiesta.
En el fase de magia, los chamanes orcos canalizaron la energía del ¡Waaagh! y, determinados a ayudar al kaudillo Vorag, consiguieron potenciar con un +1R a su unidad. Los chamanes goblins del centro por fin consiguieron causar bastantes bajas a base de abrasar flagelantes, pero no pudieron hacer lo propio contra la Reiksguard a pie. En el este, los orcos consiguieron que las tres unidades que luchaban contra los semigrifos pudieran repetir para impactar.
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En el flanco este, los caballeros del semigrifo también resultan rodeados |
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En otros universos conocidos y por conocer, Roger dispara rayos láser a los caballeros mientras Pep comprueba que sí, efectivamente, son disparos de F9 y FP3 |
La fase de disparo fue de nuevo muy “dispar” (¡buhh! ¡fuera!) para los intereses de los orcos, siendo de nuevo en el oeste donde consiguieron mejores resultados. En ese flanco las máquinas se dedicaron a bombardear a la unidad de caballeros en semigrifo, que acababa de reforzar la línea imperial y que podía amenazar el flanco de la unidad de Vorag, y las pedradas surtieron efecto: cayeron dos semigrifos, los suficientes como para provocar un chequeo de pánico que no pudieron superar, huyendo del tablero.
Por si no fuera poco, esto provocó un nuevo chequeo y los alabarderos que se encontraban a su lado también se desmoralizaron y salieron del campo de batalla. ¡Bufa! En un momento, el flanco oeste imperial casi había dejado de existir.
Y llegamos a un combate que podía ser decisivo: Vorag Mandíbula de Hierro contra el Conde Elector Marius Leitdorf. Al haber cargado el general pielverde, ambos contendientes tenían la misma iniciativa, así que los ataques se resolverían a la vez. Y recordemos que a Marius solo le quedaba una herida debido a los vómitos de los trolls…
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Todos los generales dejan lo que estaban haciendo para asistir al desafío |
Al jugar en su turno, el general pielverde Marc rodó primero los dados. No podía repetir para impactar, pero consiguió causar suficientes impactos como para superar la defensa del conde loco y, con toda la fuerza del mundo, hacer inútil su armadura, triturando a Leitdorf y caballo por igual. El comandante imperial del flanco oeste había caído, y los gritos de júbilo de los pielesverdes retronaron por todo el campo de batalla.
No obstante, Marius aun debía atacar. Reconocido por un estilo de combate sin igual, con el Colmillo Rúnico y la daga larga a la zurda, Marius evadió en sus últimos estertores al confiado orco y, después de amagues y cortes limpios, succionó de un tajo la cabeza de Vorag de su torso, antes de caer finalmente abatido. ¡Los orcos se habían quedado sin comandante en jefe!
Los combatientes de ambos bandos quedaron aturdidos durante unos segundos, solo para reanudar el combate con aun más frenesí. Los grandes espaderos seguían repitiendo para impactar y para herir, pero la gran mayoría fueron aplastados antes de poder alzar sus mandobles debido al empuje de los jinetez de jabalí. Quedaron solo siete con vida, tomando el mando del regimiento (y de la provincia) el portaestandarte de batalla y el sacerdote guerrero, ambos también heridos.
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Los grandes espaderos de Averland han sido diezmados, pero no rendidos |
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Los flagelantes resisten |
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La Reiksguard, aun más rodeada |
Vamos a los otros combates: los jinetez de jabalí aplastaron a los alabarderos, que no pudieron hacer nada más que correr por sus vidas y ser aniquilados de forma inmisericorde. En su persecución, los jinetez lograron trabarse contra el flanco izquierdo de la unidad de caballeros de la Reiksguard… combate que, para consternación de su general Jaume, aun no se había disputado. Sin saber como, Karl Franz había recibido la carga de dos unidades, y un total de diez caballeros de la Reiksguard cayeron defendiendo al Emperador. Con L10 y tozudez, el Emperador tendría tiempo de contraatacar, pero los problemas se le estaban acumulando.
En el centro del campo, los orcos y los caballeros pantera quedaron en tablas, igual que en el combate entre otros orcos y los caballeros del sol llameante. No obstante, los orcos que aguantaban contra los caballeros mercenarios y el tanque fueron exterminados.
Por último, en el este los trolls y los orcos hicieron huir a los caballeros en semigrifo, sin alcanzarles, a diferencia de los otros trolls, que fueron eliminados por los grandes espaderos y los lanceros de Ostermark, emplastándose estos últimos contra el flanco de la gran unidad de orcos. En este turno los Orcos habían recuperado posiciones y devastado el flanco oeste, pero por el camino acababan de perder a su general...
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El dedo acusatorio de Oriol desciende al campo de batalla para señalar quien está amargándole la tarde |
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Los caballeros en semigrifo huyen, pero los orcos quedan justo delante de los grandes espaderos... y con unos caballeros que se los miran muy, muy mal |
Turno 4 El Imperio
Los Caballeros de la Reiksguard remataban con sus lanzas y espadas a los últimos trolls, que habían empezado a flaquear cuando se dieron cuenta de contra quien se estaban enfrentando. Eso sí, varios miembros de su escolta personal habían caído protegiéndole, debido a los terribles vómitos y a la fuerza de esas infaustas criaturas.
El frenesí de batalla les estaba llevando demasiado lejos, pensó el Emperador. La carga de su regimiento tenía por objetivo reforzar la línea y llevarle a enfrentarse personalmente contra el comandante enemigo. Trató de echar un ojo a las posiciones de Averland, pero estaba demasiado lejos como para poder atisbar a la escolta de Marius Leitdorf entre la confusión, el griterío y el humo de la pólvora, y no había rastro de pajes cerca que pudieran cargar con un mensaje.
De repente, oyó gritos procedentes de la retaguardia, y se giró justo a tiempo para ver salir despedido a un caballero y su caballo por igual. Unos orcos acorazados con placas de acero negro habían llegado hasta su posición y estaban destrozando a los caballeros con sus brutales hachas a dos manos. Mientras ordenaba que el regimiento se reorganizara a toda prisa, por el rabillo del ojo tuvo tiempo de ver como una polvareda amenazante se levantaba en el flanco izquierdo, y de en medio aparecía un grupo de jinetez de jabalí, vociferando y dispuestos a estrellarse contra ellos.
Los Caballeros de la Reiksguard remataban con sus lanzas y espadas a los últimos trolls, que habían empezado a flaquear cuando se dieron cuenta de contra quien se estaban enfrentando. Eso sí, varios miembros de su escolta personal habían caído protegiéndole, debido a los terribles vómitos y a la fuerza de esas infaustas criaturas.
El frenesí de batalla les estaba llevando demasiado lejos, pensó el Emperador. La carga de su regimiento tenía por objetivo reforzar la línea y llevarle a enfrentarse personalmente contra el comandante enemigo. Trató de echar un ojo a las posiciones de Averland, pero estaba demasiado lejos como para poder atisbar a la escolta de Marius Leitdorf entre la confusión, el griterío y el humo de la pólvora, y no había rastro de pajes cerca que pudieran cargar con un mensaje.
De repente, oyó gritos procedentes de la retaguardia, y se giró justo a tiempo para ver salir despedido a un caballero y su caballo por igual. Unos orcos acorazados con placas de acero negro habían llegado hasta su posición y estaban destrozando a los caballeros con sus brutales hachas a dos manos. Mientras ordenaba que el regimiento se reorganizara a toda prisa, por el rabillo del ojo tuvo tiempo de ver como una polvareda amenazante se levantaba en el flanco izquierdo, y de en medio aparecía un grupo de jinetez de jabalí, vociferando y dispuestos a estrellarse contra ellos.
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El flanco oeste imperial, una sombra de lo que era |
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El ataque sobre la máquinas pielesverdes del flanco este |
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En el centro, el altar carga para apoyar a los caballeros pantera |
Los combates habían dejado un sabor agridulce al Imperio, con Leitdorf muerto y Karl Franz siendo rodeado, pero la muerte del kaudillo orco y los avances en varios frentes también representaron de algún modo un empujón a la moral de los humanos.
En el poco menos que desecho flanco oeste no había demasiados unidades en disposición de actuar en la fase de movimiento. Los lanceros se reorganizaron a toda prisa, cambiando su encaramiento con la esperanza de poder llegar el próximo turno en ayuda del Emperador, mientras que a su lado los arcabuceros cargaban sus armas para una más que probable última descarga de fusilería.
En el centro las perspectivas eran muy diferentes: las cargas del turno anterior habían mermado la línea pielverde, y las unidades de caballería se disponían a continuar el avance a sangre y fuego. Los caballeros pantera recibieron el apoyo del altar en su combate contra los orcos, mientras que la caballería pesada mercenaria galopó hasta el flanco de la unidad de pielesverdes que combatía contra los caballeros del sol llameante en el mismo instante que el tanque a vapor arremetía contra los goblins.
Por si no fuera suficiente, los grandes espaderos de Stirland cargaron contra los orcos negros, y la Reiksguard a pie se dispuso a despedazar a un regimiento de goblins con lanza. Los imperiales habían olido la sangre y no iban precisamente a frenar su ímpetu. Ah, y no nos olvidemos del mítico Ruglud, quien siguió huyendo ante la carga de los flagelantes, aunque aun sin salir del campo.
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Los lanceros se reorganizan para ir en ayuda del Emperador |
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Karl Franz coge el teléfono y responde el clásico "Sí, estoy bien" mientras la casa arde en llamas |
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"There will be blood" |
En el flanco este, los caballeros del grifo (la última unidad que se había incorporado al campo de batalla) cargaron por la retaguardia de la unidad de orcos que había intentado perseguir a los semigrifos. En el extremo del campo, los caballeros pantera cargaron contra los arqueros orcos que defendían la batería de máquinas de guerra, perdiendo nada menos que cinco caballeros al cruzar terreno boscoso, aunque manteniendo la moral. Por su parte, el jinete de grifo avanzó hasta quedar justo delante de las catapultas (que no le podrían disparar por estar fuera de su alcance mínimo), y Jordi avanzó a los arcabuceros con la esperanza de ocupar el Templo de Sigmar antes que los orcos se dieran cuenta.
La fase de magia pasó bastante rápido: en el oeste, los orcos no dudaron en dispersar las plegarias del sacerdote, quien trataba desesperadamente de proteger a los pocos supervivientes de la ya ex escolta del Conde Leitdorf; por otra parte, en el centro y en el este las bendiciones de los clérigos sí lograron potenciar a las unidades de grandes espaderos de Stirland y Ostermark, respectivamente.
No hubo muchos disparos, pero las pocas máquinas que retumbaron fueron muy efectivas, tumbando al gigante del centro y a la serpiente alada del flanco este. Ambos eran los últimos especímenes de la vasta cantidad de criaturas de sus razas que habían empezado la partida.
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Oriol y Pep se ponen a bailar al ritmo de los dados mientras Kratos observa ojiplático |
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Las máquinas de guerra pielesverdes saludan a los flagelantes |
Empezaba la fase de combate. En el flanco oeste, los orcos grandotez jinetez de jabalí no tuvieron piedad de los grandes espaderos de Averland, rematando al portaestandarte de batalla y al sacerdote guerrero. Los pocos soldados que quedaban con vida huyeron y fueron alcanzados, chocando los jabalíez contra el flanco de los arcabuceros.
En el combate de Karl Franz, la Reiksguard perdió a cuatro caballeros. A pesar de abatir a varios orcos negros, la escolta imperial no tenía posibilidad de modificar su nefasta posición de combate, así que al menos seguirían estancados otro turno. Por su parte, los flagelantes aguantaban contra los karros, y con esta ya llevaban cinco rondas de combate sin claudicar.
En el centro, las cargas de apoyo a los combates que venían del turno anterior, por parte del altar y los caballeros mercenarios, acabaron de decantar la balanza, causando multitud de bajas entre los pielesverdes y haciéndoles huir.
En los demás combates, el tanque causó solo cinco bajas a la unidad de 72 goblins, los suficientes como para que perdieran el combate, y poco importó que fueran impasables, al poder contar solo L6, huyendo para salvar sus vidas. Los goblins con lanza que habían sido cargados por la Reiksguard a pie lucharon como auténticos desesperados, acabando con hasta ocho reiksguards. Los soldados de Altdorf despedazaron a un montón de goblins, haciéndoles huir, aunque sin alcanzarlos.
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Los jugadores, respetando el minuto de silencio impuesto después de la muerte de los dos generales |
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Los Orcos Grandotez Jinetez de Jabalí persiguen hasta chocar contra el flanco de los arcabuceros |
Pero el combate donde hubo la mayor carnicería fue entre los grandes espaderos de Stirland y los orcos negros: los pielesverdes acabaron con 15 grandes espaderos, quienes levantaron sus mandobles para enviar al infierno a 20 orcos. De nuevo, y a pesar de ser impasibles y contar con L9, los dados volvieron a traicionar a Oriol, y los orcos de élite huyeron y fueron cazados sin piedad.
En el este presenciamos lo que se denominó en vivo como “la gran liada” (poetas a tiempo completo): en primer lugar, los caballeros del grifo y los grandes espaderos de Ostermark dejaron a solo cinco orcos con vida y huyendo, en dirección al extremo oeste. Por otra parte, los lanceros obligaron a la gran unidad de orcos a la que habían por el flanco a huir. Al no haber espacio para colocarla en las inmediaciones, los orcos fueron "saltando" unidades y realizando los respectivos chequeos de terreno peligroso (ver diagrama), para acabar en el centro del campo de batalla, y justo delante de la recién reorganizada unidad de caballeros del sol llameante. ¡Más de 60 pulgadas de huida!
El turno acabó con los caballeros pantera siendo incapaces de desmoralizar a los arqueros orcos, y con los snotlings aguantando una ronda más contra el tanque. El Imperio había lanzado estocadas prácticamente definitivas en el centro y en el este, habiendo ocupado el terreno y poseyendo una vasta superioridad de unidades operativas... pero en el flanco oeste la historia era muy diferente. Para nosotros, acababa el segundo día de batalla con mucho aun por resolver. ¡Veremos lo que sucede en el próximo turno!
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Los grandes espaderos de Stirland avanzan triunfantes después de eliminar a los orcos negros |
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¡Eh, ahí está el batidor! ¡Está vivo! |
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Otra perspectiva de las victoriosas tropas de Ostermark |
increible! no puedo hacer mas que lamentar la muerte del jefe! desgraciadamente los orcos sufren mas de lo que se merecen por culpa de esos malditos gobboz!malditos traicioneros y cobardes!
ResponderEliminarSiempre es culpa de los goblins! Jajaja
EliminarGran turno Orco, diría que el mejor. Esa carga en la retaguardia de la unidad de caballeros de la Reiksguard era muy necesaria para equilibrar la balanza. El pobre Franz no las está viendo venir y lleva inutilizado toda la batalla. Fue una gran fase de disparo también haciendo huir por pánico a los caballeros del Grifo que amenazaban el flanco de la unidad de Vorag, la más peligrosa con diferencia. El duelo genial, con un grandioso acto de heroísmo de Marius que con una sóla Herida, logró vengarse y matar al general orco.
ResponderEliminarLástima que en el turno imperial los Orcos volvieran a sacar a lucir su pésima suerte. Si no fuera por esas tiradas decisivas fallidas creo que aún tendrían algo que decir.
Sí, para esos caballeros en semigrifo fue entrar, fallar el pánico y salir del tablero, bravo chavales! xD
EliminarLa verdad es que los orcos estaban teniendo bastante mala suerte, especialmente en la zona central en los chequeos de desmoralización. Y 6 máquinas de guerra y entraba casi nada...
Marius Leitdorf a salido de la escena a lo grande; llevandose la cabeza del comandante enemigo! Ha ver comi acaba esto, que cada turno es mas interesante que el anterior
ResponderEliminarLeitdorf entre el Colmillo, la daga, la furia asesina y el Odio del sacerdote se convierte en una máquina de matar, mientras no le puedan pegar claro!
EliminarMadre mía, menuda carnicería, el oeste par alos orcos, y es centro y el este para el imperio; parece que ahora va a empezar una nueva batalla pero con el campo de batalla en vertical.
ResponderEliminarHabrá que ver si sigue el impulso de la cerdería orca sin su general!
Sí, carnicería es la palabra. ¡Y aun quedan dos turnos!
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